El oxígeno disuelto en el agua es un factor determinante para el éxito en el cultivo de tilapias. Aunque a menudo se subestima, su impacto directo sobre la salud, el crecimiento y la supervivencia de los peces lo convierte en uno de los parámetros más críticos dentro de cualquier sistema acuícola.
El oxígeno disuelto (OD) es la cantidad de oxígeno libre presente en el agua disponible para ser absorbido por los organismos acuáticos, en este caso, por las tilapias. A diferencia de los mamíferos que respiran oxígeno atmosférico, los peces obtienen el oxígeno que necesitan a través de sus branquias, extrayéndolo directamente del agua.
Diversos estudios, como los realizados por la FAO y organismos de investigación acuícola como el WorldFish Center, coinciden en que los niveles ideales de oxígeno disuelto para el cultivo intensivo de tilapia deben mantenerse entre:
5.0 a 7.0 mg/L: Óptimo. Promueve el crecimiento eficiente, buena conversión alimenticia, menor estrés y alta tasa de supervivencia.
3.0 a 4.9 mg/L: Aceptable, pero puede generar cierto estrés si se mantiene por tiempo prolongado. Se recomienda actuar para mejorar la oxigenación.
2.0 a 2.9 mg/L: Zona de riesgo. Se compromete la salud del pez. Reducción significativa en el apetito, crecimiento lento y aumento de la susceptibilidad a enfermedades.
1.0 a 1.9 mg/L: Zona crítica. Altamente estresante. Puede generar mortalidades si se mantiene durante varias horas.
Menos de 1.0 mg/L: Zona letal. Las tilapias comienzan a morir en cuestión de minutos si no se restablece el oxígeno en el sistema.
El tiempo que una tilapia puede resistir depende de múltiples factores como la temperatura, la edad del pez, su estado de salud, densidad de cultivo, y si el evento de hipoxia (falta de oxígeno) es súbito o gradual. Sin embargo, estudios han demostrado que:
A menos de 2 mg/L, la mayoría de las tilapias juveniles muestran signos de estrés agudo en menos de 30 minutos.
A 0.5 mg/L, la mortalidad puede iniciarse en menos de 10 minutos, especialmente si el agua es cálida (más de 30 °C), ya que el metabolismo se acelera y la demanda de oxígeno es mayor.
Estrés crónico: Afecta la eficiencia alimenticia, la inmunidad y el comportamiento.
Crecimiento lento: Los peces comen menos y el metabolismo se altera.
Aumento de enfermedades: La baja oxigenación afecta la resistencia a bacterias y parásitos.
Acumulación de amoníaco: La falta de oxígeno inhibe los procesos biológicos que eliminan amoníaco, aumentando su toxicidad.
Mortalidad masiva: Una caída repentina de oxígeno puede acabar con la totalidad del cultivo en pocas horas.
Temperatura: A mayor temperatura, menor capacidad del agua para disolver oxígeno.
Densidad de cultivo: Más peces implican mayor consumo de oxígeno.
Fotosíntesis y respiración: Durante el día, las algas producen oxígeno; de noche, lo consumen.
Materia orgánica en descomposición: Consumen oxígeno a través de la actividad bacteriana.
Movimiento del agua: La falta de circulación reduce el intercambio gaseoso con la atmósfera.
Instalación de aireadores: Equipos mecánicos que agitan la superficie y permiten el ingreso de oxígeno desde el aire.
Uso de difusores o piedras porosas: Producen burbujas finas que se disuelven eficientemente en el agua.
Monitoreo constante: Con medidores digitales de OD para tomar decisiones a tiempo.
Evitar la sobrealimentación: Disminuye los residuos y la descomposición orgánica.
Manejo adecuado de la carga biológica: No sobrepoblar los estanques.
Mantener niveles óptimos de oxígeno disuelto no es una opción, sino una necesidad para cualquier sistema de cultivo de tilapias. Una buena oxigenación garantiza peces saludables, mayor productividad y menores riesgos. La prevención es siempre más rentable que afrontar una mortalidad masiva por hipoxia.
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